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lunes, 31 de enero de 2011

Enfermedad mental: ¿etiqueta o verdad?

Hace poco me llegó este video de youtube que me llevó a la siguiente pregunta:

¿Cómo entiende la gente en general a los problemas de salud mental?  ¿Cómo ha cambiado y afectado a la manera de relacionarnos con nuestros afectos, frustraciones, síntomas psíquicos, la forma en la que la psiquiatría particularmente, entiende y define a la enfermedad mental?

Como en muchos otros campos del saber, internet tiene mucho que ver en la trasmisión  de información que recibimos en estos temas.  Así que el video acierta en subrayar este abuso de diagnósticos. pero al mismo tiempo cae en esta tendencia a colocar todo en la misma bolsa.

¿Por qué digo esto?  El video me gusta porque denuncia el abuso, cada vez más intenso, del diagnóstico psiquiátrico, la tendencia a patologizar conductas y estados emocionales que no por ser diferentes y molestos o provocar sufrimiento, requieren de un diagnóstico que las más de las veces resulta imposible  de remontar para la persona que lo recibe.  De tal forma que una vez hecho el diagnóstico, este suele acompañarlo para el resto de su vida, cronificando de esta forma aquello que justamente se quiere eliminar.

Parece existir una necesidad imperiosa por predecir y anticipar aquellas conductas que se consideran de una u otra forma malsanas para la sociedad.  Así, son ahora los niños y adolescentes quienes se ubican en la mira de la salud mental.  Esto conlleva por supuesto su lado positivo, pues es cierto que muchas veces con una intervención mínima, se pueden ahorrar muchas penas; pero también es cierto lo contrario, que muchas veces por buscar una explicación a lo diferente, se adelante o sugiera un diagnóstico de forma apresurada.  Los padres entonces, angustiados por el futuro del niño o el adolescente, aceptan la etiqueta sin saber las consecuencias.  El niño crece sabiéndose distinto pero en un sentido negativo, es hiperactivo o desafiante, etc.

¿Cuál es entonces el valor de un diagnóstico? para el paciente, casi ninguno. Es verdad que muchos sienten una especie de alivio al saber al menos que le pasa a su pequeño, como si la palabra por si misma eliminara otras posibilidades.  Pero lo cierto es que un diagnóstico a tan temprana edad en el campo de la salud mental, es un diagnóstico siempre entre comillas y por eso, su principal función es la de orientar el tratamiento, esto quiere decir que es un diagnóstico para el profesional y no para el paciente.  Para este, la palabra bipolar, trastorno de la personalidad, etc, tendrán un significado distinto a aquel que le da el médico, significado que muchas veces queda oculto tras un silencionso malestar.  Esto es así porque el sentido de las palabras recorre extensos caminos, difieren de una persona a otra, de una cultura a otra.

El video resulta acertado para subrayar esto, por eso las etiquetas que se quitan y se cambian por otras, dando a entender que es justamente eso, una palabra y como tal, su significado una convención que tiene más o menos sentido de acuerdo al contexto y al lugar de la persona que la utilice.  Pero también, promueve un malentendido al sugerir que ciertas problemáticas que requieren de ayuda profesional, puedan ser solo personalidades incomprendidas, cambiar la etiqueta de trastorno bipolar por la de artista puede contribuir también a fijar un estereotipo.

Por supuesto no le toca a la gente en general diferenciarlas, nos toca a los profesionales no promover los diagnósticos como si de salvavidas se trataran. Algunos de ellos requerirán un tipo de tratamiento muy diferente a otros y en ningún caso el diagnóstico debería funcionar ni de tapón ni de muleta para que quien este sufriendo, se quede detenido en el peso que el sentido de la palabra produce.

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