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viernes, 19 de marzo de 2010

Ese imposible "Fracaso escolar"

Siguiendo la tendencia social de evaluar, clasificar y etiquetar, se ha identificado otra problemática que, junto con la obesidad y la depresión de las que hablamos en entradas anteriores, parece ir en aumento. Me refiero a lo que se ha convenido en llamar “fracaso escolar”.

Los niños tienen una manera propia y particular de manifestar el malestar. Ellos no cuentan espontáneamente, algunos adultos tampoco habría que reconocer, lo que les molesta, lo que les duele o perturba. En general, viven muchas cosas de una forma pasiva, es decir, porque los adultos los llevamos a ello. Viven pasivamente las crisis familiares, los cambios de residencia o de colegio, etc. Esto forma parte de su entrada en el universo social, porque los niños nos recuerdan que el ser humano civilizado no es algo natural. Es necesario que haya alguien que introduzca al niño en el mundo del cual él podrá posteriormente apropiarse. Esta introducción se hace desde el amor, no es mecánico, el niño solo tomará la mano, para ingresar en el mundo social, de aquel con quien se siente protegido y amado. El lenguaje, la educación, la reglas sociales y las leyes, son lo espacios con los que los niños irán poco a poco aprendiendo a desenvolverse hasta llegar a incorporarlos para hacerlos suyos. Por supuesto cada uno dará una versión propia de esta experiencia, es lo que solemos reconocer como historia personal.

En cierta forma, la historia personal de cada sujeto ser irá armando con estos encuentros, resistencias, rebeldías, elecciones, porque hay que decirlo, aun de la mano de mamá y papá, el niño por momentos también querrá llevar a mamá o papá hacia otra dirección.

Dentro de este panorama, el colegio siempre ha funcionado como un lugar intermedio entre la protección del hogar familiar y el inmenso espacio social. En la escuela los niños irán poco a poco, a lo largo de 16 años para la mayoría, insertándose en lo que después será el mundo adulto. Y como sociedad deberíamos preguntarnos sobre las consecuencias de que este espacio intermedio se haya ido ampliando cada vez más.

En este mundo intermedio, con reglas precisas, exigencias y continua educación, los niños irán aceptando que ya no son el centro del universo. Sin detenernos a pensar en las miles de cosas que pudieran estar pasando en su entorno más inmediato: desde una ruptura de la pareja parental o la muerte de un ser querido hasta el cambio de domicilio o el nacimiento de un hermano. Todas estas cuestiones repercutirán en su adaptación a ese microcosmos social que es el colegio.

El denominado “fracaso escolar” lleva ya un infeliz nombre. Seria difícil pensar cualquier desajuste escolar en términos de fracaso pues todo el proceso de socialización puede presentar en algunos momentos diferentes desajustes: prestar atención, sentarse largas horas en una silla, pasar una jornada laboral en el colegio no son cuestiones que va de suyo realizar. Aquí como antes, el niño, cuando no se sienta seguro o conforme por alguna razón, tenderá a llevar a la mano de mamá o papá o maestros, hacia otra dirección. Por otro lado, si un niño presenta dificultades en seguir el ritmo escolar, las razones probablemente se encuentre en un malestar emocional. Y un problema no podrá atenderse ignorando el otro.

Las dificultades para concentrase, comprender o simplemente la rebeldía al hacer las tareas, son formas a las que los niños recurren para hacerse oír, para que su mundo sea tomado en cuenta. Esto no significa en modo alguno que uno consienta y sea permisivo con el descuido de las exigencias escolares, pero si se quiere incidir en las dificultades que a lo largo del proceso de escolarización puede presentar cualquier niño, se deberá estar atento tanto a las circunstancias especiales por las que esté atravesando el niño, como al cada vez más exigente mundo en el que vivimos, incluido el estrés o exigencia desmedida de los padres y las miles de actividades que realizan la mayoría de los niños en los países desarrollados. El tiempo libre parece ser algo prohibitivo en el mundo desarrollado.

Mientras reflexionamos sobre la sociedad que vamos construyendo y las implicaciones que puedan tener en nuestras conductas, hagamos un espacio para que los niños sientan que los adultos que están a cargo de su socialización, no han dejado de escucharlos.

2 comentarios:

  1. Hola, quería hacer una pregunta a raíz de este post: en caso de "fracaso escolar" en adultos, ¿se podría decir lo mismo? (me refiero a universitarios y estudios de posgrado)

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  2. si un adulto quiere estudiar una carrera y por algún motivo no logra concentrarse, o mantener la constancia o el compromiso, es más que probable que algo emocional esté motivándolo. No me gusta la palabra fracasa porque tiene una connotación muy pesada que justamente dificulta salir del circulo vicioso al que empuja. Muchos planes, estudios, trabajos, parejas, se abandonan con la sensación del peso del fracaso, cuando la mayoría de las veces algo sucede para que los proyectos sean abandonados.
    Muchas veces, por ejemplo, aquello que interfiere con los estudios en el caso de un universitario tiene relación con la carrera que eligió, temor al fracaso y todas las fantasías vinculas a ello.
    Espero que mi respuesta haya despejado algunas dudas.
    saludos
    Carla

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