Psicoanálisis. Psicología. Malestar contemporáneo. Síntomas sociales. Desorden y trastorno. Obesidad. Depresión. Fracaso Escolar. Anorexia. Vigorexia.
Una infinidad de temas sobre los que podremos dialogar. Tus comentarios y preguntas serán bien recibidos.

domingo, 28 de marzo de 2010

Prisa por amar, prisa de olvidar

El mes de febrero, con las vitrinas plagadas de corazones, nos invita a pensar en el amor y todo lo que ello implica. Si el sentimiento en el que se apoya el mercado tiene que ver con el lado más romántico del tema, nuestras reflexiones nos llevan a detenernos en otros aspectos.

Las sociedades de hoy van cambiando rápidamente. Internet y la globalización tienen mucho que ver en ello. Son representantes privilegiados de este cambio en la mentalidad de nuestras sociedades, de la necesidad humana de ampliar horizontes y explorar nuevos mundos.

¿Qué implica este nuevo panorama social para el amor y la pareja? ¿Acaso el amor es un sentimiento que circula por su propio tiempo y que no se deja influenciar por crisis económicas, guerras o cambios sociales y culturales?

Lo cierto es que el amor se deja tocar por estas cuestiones y muchas otras. Por ejemplo, se sabe que las separaciones aumentan luego de las vacaciones cuando la convivencia fue mayor y que las crisis económicas afectan no solo a la economía familiar, sino también a las relaciones de pareja.
¿Qué tan posible es hoy sostener una relación de pareja que perdure? ¿Por qué los divorcios son moneda común?

Es posible que el secreto este en encontrar una distancia óptima, en la que los deseos y aspiraciones de uno, no apaguen o debiliten los del otro. Esta justa distancia en la que dos universos distintos puedan desarrollarse y florecer con todo su potencial. Pero aquí viene la complicación, pues esta distancia óptima no es fácil de hallar. No porque no exista sino porque, sumergidos en la vorágine de la vida moderna, bombardeados con ideales imposibles de alcanzar, vamos perdiendo la medida de la distancia y con ello dejamos de ver al otro, en este caso, al otro amado. Agobiados y estresados por la exigencia del éxito, por los años que se escapan, solemos pasar por encima de la persona que más cerca tenemos. Así, esta cercanía que una vez hizo alianza, luego se vuelve tormento.
¿Qué sucedió? ¿Por qué de pronto la cercanía se volvió toxica y el amor se esfumó por la primera puerta?

El amor es ese lazo profundo que nos une a otra persona. Si por un lado nos da fuerza y le da sentido a nuestra existencia, por el otro, nos exige atención, concesiones y renuncias. Es como si luego de un tiempo, con la seguridad del amor a nuestro lado, emprendiéramos una carrera y sabiéndonos ganadores tuviéramos que aminorar el paso, pues nuestro principal aliado ha quedado rezagado. En una sociedad poco generosa con aquel que se ausenta del espacio social (maternidad, migración, enfermedad, duelos, etc), puede resulta difícil compaginar la atención que requieren las relaciones con las exigencias sociales. Si algo daña las relaciones humanas es la falta de tiempo. Por eso buscamos desesperadamente tiempo de calidad. Pero, ¿hay calidad en la prisa?

En una época en donde se busca la recompensa inmediata, el amor no ofrece garantías y tampoco da pistas concretas de cómo lograr el éxito. Para complicar aun más el tema, es imposible predecir lo que nos va a pasar a lo largo de la vida y cómo esto puede afectarnos y por último cambiar nuestra manera de ver el mundo; mucho menos podríamos predecir cómo puede esto afectar a nuestra pareja. Si algo contribuye a complicar el trayecto de a dos que implica vivir en pareja es la dificultad que tenemos como sociedad de detenernos a reflexionar, a mirar, a escuchar.

Que los tiempos y las distancias se acortan es lo que han puesto en escena Internet y la globalización. Embebidos por la multiplicidad de opciones, nos sumergimos en el exceso, de contenidos, de objetos. La saturación suele concluir en un estado en el que ya no queremos nada, caemos en la apatía. El amor por el contrario requiere de un lugar, el embotamiento del exceso satura todo lugar. Podríamos decir que nuestras sociedades de hoy son “obesogénicas” en muchos sentidos, devoramos todo lo que el mercado ofrece: ropa, coches, viajes y el planeta entero.

Cómo recuperar la sutileza que introducen un punto o una coma en una frase, esa sutileza que es pausa, tiempo esencialmente distinto de un tiempo productivo. En el tiempo del amor no se fabrican objetos a consumir, es simplemente tiempo para recuperar el aliento, tiempo de la caricia y el beso, de la mirada cómplice, tiempo de escuchar el tiempo del otro.
El amor es complejo porque acerca dos mundos ajenos, no se trata de fundirlos en uno solo, sino de crear una versión distinta de ambos siendo juntos.

Las relaciones humanas son el alimento básico para la vida, ha sido ampliamente estudiada la dificultad de los recién nacidos para vivir sin alguien que los convoque a ello. Por eso, a pesar de las dificultades o las malas experiencias que podemos tener en este terreno, lo cierto es que seguimos buscando con quien compartir nuestra vida. El amor es el lazo social por excelencia, pero un lazo que la prisa y la voracidad en la que habitamos hoy amenazan con disolver.

El amor va contrarreloj, habita en la temporalidad del instante; acurrucado en el abrazo. Recuperar el espacio donde la palabra que comunica sea protagonista, tanto para escuchar como para decir, es hoy el mejor regalo que podemos ofrecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario