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jueves, 11 de marzo de 2010

Las palabras y nosotros. Primera parte.

Todos sabemos, de manera intuitiva, que hablar de lo que nos pasa nos alivia. ¿Cómo funciona? ¿Por qué el hecho de poner palabras a nuestro malestar puede tener el efecto de aliviar la angustia, el sufrimiento o inclusive eliminar un malestar físico? Porque el lenguaje no es solo un instrumento para comunicarnos. En cierta forma, el lenguaje habita nuestro cuerpo. De todas las palabras que escuchamos siendo niños y las historias que nos contaron o que simplemente escuchamos sin ser los destinatarios directos, solo algunas tomarán peso e importancia en nuestra vida.
En la década de 1880 un renombrado neurólogo francés, Jean Martin .Charcot, demostró a la comunidad científica de la época, que los síntomas histéricos tenían una intima relación con la sugestión (aunque hoy la histeria no existe como cuadro clínico, muchos otros se derivan de ella: los ataques de pánico y las depresiones, así como diversos trastornos de la personalidad). Mediante hipnosis, eliminaba e introducía síntomas histéricos como las parálisis.
Neurólogos de la época se dieron cuenta que estos síntomas no respetaban las leyes anatómicas o la estructura de las terminaciones nerviosas. Tal era el caso, por ejemplo, de una parálisis histérica que afectara a las piernas. Dicha parálisis se ceñía al uso común de la palabra pierna; por el contrario, de ser producida por una lesión orgánica, involucraría partes del cuerpo que el uso común de la palabra no incluye.
En este panorama del campo de la salud mental, un neurólogo vienes, y discípulo de Charcot, Sigmund Freud, dio un paso más estableciendo la relación de los síntomas histéricos con el lenguaje. Así, si Charcot mostraba, utilizando la hipnosis, que estos síntomas podían estar y desaparecer mediante una orden del hipnotizador, Freud estableció que estos síntomas, que más que en leyes orgánicas, se apoyaban en las leyes del lenguaje, eran consecuencia de un conflicto psíquico. De esta forma quedaba establecido el vínculo entre la palabra y el cuerpo.
Como consecuencia de este descubrimiento iniciado por Charcot y retomado por Freud. Las psicoterapias tienen, como punto de apoyo el lenguaje. Algunas acentuarán más la función de comunicación y otras, por el contrario, se detendrán en éste espacio que parece habitar de forma paralela todo lo que decimos y lo que hacemos.
Sin embargo, hoy en día, socialmente hablando, el lenguaje ha perdido éste reconocimiento. Las estadísticas y directrices pedagógicas no apuntan a éste lado ilógico e irreverente que podríamos vincular a la lengua, para destacar su aspecto más intimo y diferenciarlo del término lenguaje, más formal y académico.

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